domingo, 28 de marzo de 2021

El mirar al pasado, no es sólo darme cuenta que mi ortografía hablaba mucho más de lo que yo era carente que de mis ganas de parecer a la moda y descuidada. Porque sí, hubo una época en donde ser descuidado y escribir con exceso de "K" y tildes era la moda. Aún que aún me cuestiono, en ocasiones, si esas ganas de parecer descuidado no era más el reflejo de como realmente nos sentíamos y nuestros antecesores luchaban por ocultar. Cómo era posible que dijera más de mis sentimientos un marcado delineador negro a medio correr, que mis mismas palabras. Y cómo podía preferir sentir el dolor de cortadas en mis brazos con tal de esconder el dolor interior. Toda una generación rota. Pero que satisfacción más grande siento al pensar que, en mi mundo, estar roto no es estar mal, sino que es una posibilidad de rehacer todo desde cero. Porque no es posible hacer un edificio sobre escombros viejos o pilares rotos, es necesario demolerlo por completo, limpiar y empezar nuevamente una construcción mucho más firme y mejor. Y a la larga eso es lo que hizo esta generación de delineadores corridos y brazos marcados, construimos un mundo mucho mejor, con pilares mucho más firmes y relaciones mucho más sanas. Aprendimos que era bueno hablar de nuestros sentimientos y que solicitar ayuda psicológica no era señal de estar loco. Y si te tildaban de loco, qué más da, todos lo estamos un poco. Aprendimos que no importaba si era hombre o mujer, el beso sería igual de especial y lo más importante, aprendimos a escuchar-nos, a respetar-nos y a amar-nos.

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